lunes, 21 de mayo de 2018

El zapatero de Maduro

Hay quien me ha borrado por mis críticas a ese zapatero, que siempre sonríe, que siempre parece amable, pero que quien le compre un par de zapatos es porque no se entera, o porque es como él.
Y hubo quien me criticó duramente y la discusión duró varios días, por haberme atrevido a criticar a Chávez sin haber estado nunca en Venezuela, ni tener en cuenta lo que había antes, como si el pasado pudiera servir para justificar los desmanes del presente. Bastaba con escuchar un fragmento elegido al azar de cualquier discurso de Chávez para darse cuenta de que de ahí no podía salir nada bueno.
Chávez ya no está, pero su obra ha madurado, es decir, ahí está el llamado Maduro dispuesto a finalizar la obra, es decir la destrucción de Venezuela, para lo cual cuenta con la dirección y la ayuda del régimen castrista.
No cabe esperar nada bueno de quienes han sido capaces de defender a Zapatero, a Chávez, a Maduro, y como prueba de ello no hay más que fijarse en Pablo Iglesias, por tanto, no espero nada de aquellos que he citado al principio, personas que se las dan de cultas y sensibles. Para considerarlas cultas hay que entender la cultura como acumulación de conocimientos; para considerarlas sensibles, que son capaces de conmoverse con el sabor de una rosquilleta, con un verso de Miguel Hernández, con un solo de trompeta, pero con respecto a los seres humanos no, porque lo único que les interesa es saber si son de su cuerda o no. La persona en sí les importa poco. Moralmente son como ese Torra al que apoyan dos millones de catalanes.
Pero cada vez tienen más difícil defender a Zapatero y al chavismo. Se han de tragar sus deseos, no les queda otra solución que ocultarlos, porque de no ser así su maldad quedaría muy patente. 

No hay comentarios: