jueves, 24 de mayo de 2018

Bélgica, paraíso de delincuentes

Hasta ahora no había allí más que presuntos, aunque su fuga es significativa, pero, al parecer, otro, este condenado en firme, también ha trasladado su residencia a ese país, en el que por lo visto perviven los prejuicios y la leyenda negra sobre España; olvidan los belgas, en cambio, las barbaridades que ha hecho Bélgica en sus colonias, infinitamente peores incluso que se las que se le achacan a España sin ser ciertas.
Este tenebroso sujeto, Valtonyc, que dice que se ha trasladado a Bélgica, ha recibido los elogios y la solidaridad de Puigdemont, para escarnio de esos lamentables jueces belgas y alemanes que lo protegen. ¿Habrían hecho lo mismo si la euroorden hubiera partido de Francia o el Reino Unido? Así no se puede construir la Unión Europea, señores. Con mentalidades y prejuicios del siglo XIX no se va a ninguna parte.
Hay un grupo de apoyo al delincuente Valtonyc en Bruselas y eso ya da idea de la catadura moral de quienes lo componen. Pero es que además esparcen mentiras, que sólo pueden creer las malas personas.
Tradicionalmente, se trataba vencer los malos impulsos, los malos sentimientos, los malos deseos y quien no podía los ocultaba, para que nadie supiera qué tenía esas motivaciones en la vida. Hoy en día hay muchos jóvenes, incluso intelectuales, incluso autores de libros de éxito, que proclaman que la libertad de expresión consiste en poder exteriorizar todo, incluso las barbaridades del sujeto ese.
No se ha hecho una ley específica para él, sino que se le ha condenado porque el Tribunal que lo ha juzgado considera que ha quebrantado el código por el cual nos regimos todos y que, por tanto, nos obliga a todos. No puede pedir un trato especial.
Es fundamental además que la sociedad imponga unos límites para que quienes los tienen por propia iniciativa, porque son buenas personas, no estén en desventaja con los sinvergüenzas. 

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