martes, 22 de mayo de 2018

El peor crimen de Zaplana

El peor de los pecados que haya podido cometer Eduardo Zaplana, aunque este no tenga reflejo en el Código Penal, es su elección de Francisco Camps como su sucesor.
Quizá pensaría que ese era el más tonto de todos y que podría manejarlo a su antojo y seguramente acertó en la primera parte y en lo que respecta a la segunda se le escapó la megalomanía del elegido. Tampoco supo ver el odio africano que le profesa y que no tardó mucho en descubrirle. Esto demuestra que Zaplana no se fija mucho en el prójimo, sino tan solo en la posibilidad de instrumentalizarlo, lo cual tampoco es tan infrecuente, sino que lo suelen hacer todos los del montón.
Las consecuencias de esa elección son sabidas, han desaparecido las entidades financieras valencianas y la Comunidad se endeudó de forma considerable. El bobo de Camps, además, se inventó un nuevo Estatuto que nadie pedía, en el que introdujo a la nefasta Academia Valenciana de la Lengua, que es un invento diabólico del propio Zaplana, para complacer a Aznar, que necesitaba los votos Pujol, llevado a cabo por Camps, que no conforme con eso hizo lo dicho anteriormente. Todos Muy Honorables, pero poco cuidadosos con la Verdad y con el dinero de los contribuyentes.
La primera vez que vi a Zaplana, y quizá haya sido la única, fue en un acto que hizo en Valencia, cuando aún no era presidente, y al que también asistió Aznar, éste ya en plan estrella aclamado por las multitudes. En su turno como orador, Zaplana dijo que su afección por Aznar iba más allá del partido, era a su propia persona y ahí me di cuenta de que es un pillastre. Si le hace la pelota al jefe en público es obvio que su interés va ‘más allá’ del servicio a los ciudadanos, con sacrificio, que dicen los políticos que es su motivación. Como si fueran donantes de sangre, vamos.

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