lunes, 14 de octubre de 2019

Con respecto al homenaje a Tejero

No me parece bien que se le haya hecho un homenaje a Tejero, sobre todo si el motivo del homenaje es el acto por el que fue condenado, si hubiera sido por un motivo laudable sería otra cosa.
Lo que ocurre es que muchos de los que lo critican no tienen reparos en fotografiarse con Otegui, ni protestan por los homenajes a otros etarras. Se acaba de dictar sentencia, por otra parte, contra unos delincuentes cuyas actividades han perjudicado más a España y los españoles que los del propio Tejero, porque se han llevado a cabo durante periodos más prolongados de tiempo y con la clara intención de perjudicar; Tejero, al menos, pensaba que hacía un bien.
Hay que tener en cuenta, además, que muchos de los involucrados en el golpe de Tejero se fueron de rositas. Los había de todos los partidos y no precisamente de las bases. Leopoldo Calvo Sotelo dijo que si se hubiera investigado a todos podrían haber ido a la cárcel dos mil y que, por tanto, había que echar la raya por algún lado. Es decir, Tejero se equivocó, pero no fue el único, no hubo sangre y ha pagado su culpa.
En cambio, los etarras salen a la calle muy pronto, a pesar del impacto brutal que han tenido sus actos, que han condicionado la vida de los españoles durante mucho tiempo, y los homenajes que se les hacen no alcanzan el mismo repudio.
Incluso hay partidos políticos que defienden a los cobardes agresores de Alsasua, que les cae la baba con el régimen asesino de Venezuela, que son incapaces de condenar los ahorcamientos a homosexuales en Irán, y que gritan como monos en este caso.
En España se echan en falta ahora mismo dos cosas, el respeto a la ley y la ecuanimidad, aunque este último concepto está intentando ser usurpado por los equidistantes. 

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