El PSOE es el responsable de la guerra civil, puesto que al ser el titular del gobierno debería haber hecho lo posible para evitarla. No hizo nada en este sentido, sino que más bien la provocó, según reputados historiadores porque pensaba que la ganaría fácilmente y luego tendría las manos libres.
Lo que antecede es una opinión y como tal puede ser equivocada, parcial o totalmente, pero lo que parece fuera de duda es que el PSOE no ha digerido bien la derrota. El odio a la derecha es manifiesto desde la misma Transición. El caso es que la derecha de hoy no tiene nada que ver con la 1970, y la de los tiempos de la Transición casi en su totalidad se dejó acomplejar.
En aquellos primeros de la democracia se dijo aquello de «vamos a dejar España que no la va a conocer ni la madre que la parió». Esas eran las convicciones democráticas de aquellos socialistas. O sea, nada de procurar lo mejor para los españoles, mediante el ideario socialista, pero respetándolos, sino producir cambios, les guste o no les guste. No obstante, aquellos socialistas eran más demócratas que los actuales.
El PSOE ha ido degenerando, pero eso ha ocurrido porque en aquellos primeros tiempos se sentaron las bases que han propiciado esta deriva. Si el partido hubiera sido renovado o refundado obviando el odio y con las miras puestas en los grandes ideales que sí tuvieron algunos socialistas de modo particular esto no habría podido suceder.
Difícilmente, gentes como Zapatero y Sánchez habrían podido llegar hasta la Secretaría General del partido.
Que el PSOE está podrido de odio, miseria moral y afán de rapiña se percibe por el modo en que acepta todas las barbaridades de todo tipo que está llevando a cabo Sánchez, sin que se vislumbre en el partido ni un atisbo de rebelión. Todos mansos, todos aplaudiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario