Mientras el Tribunal Supremo es necesario y ejerce una función fundamental para España, el Tribunal Constitucional es un añadido que ha traído varias causas muy negativas, cuyas consecuencias vamos pagando sin que muchos no se den ni cuenta.
Hay una serie de partidos que ni siquiera deberían ser legales que están condicionando para mal toda la política española. La primera vez que hizo una barbaridad fue con Rumasa. El presidente del Tribunal, Manuel García-Pelayo, había cenado la noche anterior con Felipe González, cumplió la orden que le había dado y a continuación dimitió del cargo y regresó a Venezuela a morir de pena. Luego llegaron otras alegrías, siempre para partidos de izquierda, como la legalización de Bildu y otras y en los tiempos actuales ya es un derroche de sinsentidos. Todavía no he visto que ningún político de derechas se haya dado cuenta de que se la colaron. Una más. En cambio, un tipo tan intelectualmente limitado como Pedro Sánchez sí que supo ver, desde el primer momento, todas las ventajas que el sistema le ofrece. Quiero decir que las supo ver, pero de lo que no se dio cuenta es de que lo iban a pillar y ahora está que no le llega la camisa al cuerpo, y a veces ha de explicar que son las cinco y aún no ha comido, como si eso le importara a alguien.
Mientras que el TC tiene prisa para todo, CP sabrá por qué, y pretende aprovechar las horas de luz, para ver cómo se le mancha la toga por el camino, el TS no quiere dar pasos en falso y respeta los tiempos procesales. Este ha sido el momento en que ha decidido suspender la causa del fiscal general hasta que se resuelvan los recursos presentados. Cuando lo reabran, si se da el caso, lo que hagan ya será firme.
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