viernes, 19 de enero de 2018

Puigdemont – Junqueras, duelo al sol

Duelo de rufianes, cabría decir y espero que ningún otro rufián se cabree por tildarlos de esta manera.
Ambos estaban convencidos de su impunidad, porque de otro modo no habrían llegado tan lejos, como se desprende de los titubeos que tuvieron a última hora, cuando ya no tenían marcha atrás y quisieron presentar las cosas de otro modo. Tropecientos millones nos ha costado la broma a los españoles, además de los destrozos causados, que se pueden cuantificar en un importe mil veces mayor.
«Que no subestimen la fuerza del pueblo de Cataluña», había dicho Puigdemont, subestimando la fuerza de la ley. Esa fuerza se consumó, en una ‘manifestación pacífica’ con unos gamberros subidos a un coche la Guardia Civil que habían destrozado, de ‘forma pacífica’, claro.
También se ha concretado la fuerza del pueblo de Cataluña en Tabarnia, en este caso de forma civilizada. Con esto tampoco contaban esos rufianes, y repito que espero que ningún rufián se enfade por tildarlos de este modo.
Han perdido y en lugar de dar la cara y asumir las consecuencias, juegan al escondite y al disimulo. No deberían haber ido ninguno de los dos en las listas electorales, por coherencia y por respeto a sus votantes, pero esos no respetan a nadie, ni siquiera a sí mismos. Junqueras, que delegó su voto, pide ahora que lo dejen ir a los plenos, porque no puede delegar el voto. Cada vez una cosa, como los niños de pecho.
Por su parte, Puigdemont, agita su mocho al viento allá en Bruselas y hace todo el ruido que puede. Es un cagón de manual.
Han perdido, pero hay un gran número de catalanes, esos cuyo apelativo que mejor les cuadra es el de catalufos, por su vinculación con lo fantástico, con la ufología, que a pesar de todas las evidencias siguen confiando en ellos. Los catalufos no tienen cura.
Puigdmont y Junqueras se disputan el poder sobre los catalufos. Entre ambos, un Torrent que si se descuida terminará ‘calent’.


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