sábado, 6 de enero de 2018

Un trailer y el Tribunal Supremo

Toni Soler ha trabajado toda la vida para los independentistas, por tanto su mente se ha ido adaptando desde el principio a las ideas de quienes le daban de comer.
A estas alturas, su pensamiento ya está absolutamente deformado, como lo prueba la pregunta que lanzó por Twitter: «¿Querer que un trailer atropelle sucesivamente a todos los miembros del Supremo es delito de odio?»
Pues yo no sé si será delito, pero muy buenos sentimientos no revela, ni tampoco mucho conocimiento, pues pone de manifiesto que aunque viva en la civilización en realidad es un salvaje que está por desbravar. Hace más de mil años que existe el Tribunal de las Aguas de Valencia y desde entonces todas sus resoluciones se han cumplido. La civilización llegó al Reino de Valencia hace más de un milenio, mientras que una gran parte de la población de Cataluña todavía no se ha enterado de que sin el respeto a la ley no hay civilización, ni tampoco democracia.
Al decir eso, Toni Soler incitó a otros, igual de cerriles que él, a sentir el mismo odio, sentimiento este que las personas cultivadas procuran apartar de sí, pues veneno para quien lo siente y para la sociedad en la que vive.
El nacionalismo se nutre del odio, de la mentira, de la tergiversación, de las amenazas y de la coerción, moral o física, por tanto, dados los ambientes en los que se mueve este personaje catalanista, se entiende su rebuzno.
Muy cerca de sus tesis andan ciertos rufianes, que militan en un partido que acoge a antiguos componentes de la banda terrorista Terra Lliure, y en cuyas oquedades craneanas se adivina, sin esfuerzo alguno y con escaso margen de error, que hay mucho serrín. Lanzan soflamas incendiarias que incitan a odiar a quienes prefieren la civilización a convertirse en esclavos de sus caprichos (los de los dirigentes nacionalistas). Es un error que estos rufianes puedan dedicarse a la política, teniendo tan pocas luces y ninguna vergüenza.

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