viernes, 6 de septiembre de 2019

Hacer un Revilla

No es infrecuente que estos políticos de hoy, y precisamente los que más presumen de demócratas, se comporten de forma dictatorial.
Lo ‘del’ Revilla es bochornoso. Un camarero increpó a Pedro Sánchez, lo que está mal, pero es un precio que han de pagar los políticos. Entonces saltó el presidente de Cantabria en socorro del insultado y le dijo al camarero: «Me siento avergonzado de ti. ¡Compórtate!».
Revilla no tiene ningún derecho a hablarle así a un ciudadano. Lo suyo es prepotencia, mala educación, y actitud antidemocrática. Se merece que la sociedad cántabra se solidarice con el camarero y no le vote más.
Lo del camarero estará mal, pero el presidente del gobierno en funciones no puede quejarse, porque él llamó indecente a Rajoy, que quizá lo sea, pero Sánchez todavía lo es más.
Es normal, por otra parte, y hay que entenderlo así, que un asalariado pierda los nervios al ver peligrar su fuente de ingresos a causa del manifiesto egoísmo y la ineptitud de quien rige los destinos de la nación.
Un señor que solo mira por su propio provecho, como han tenido que admitir ya todos quienes no están afectados por el sectarismo. Cualquiera que conserve una cierta independencia de criterio ha de darse cuenta de que a Sánchez le resbala todo lo que no sea su propia persona. Le encantan la pompa, el boato, el lujo y salir en los papeles. Es tan maleducado que no le cede el paso ni a su mujer, como se ha visto en repetidas ocasiones, y es tan mamón como para comportarse de modo servil con Merkel, y amagar con lo mismo con Trump.
Con Sánchez, la economía española está en peligro de irse al traste y mandar a mucha gente al paro, y de eso se dan cuenta los que no están cegados por el sectarismo.
Revilla es un empleado de los cántabros, entre ellos el citado camarero, que son los que le pagan el sueldo.

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