lunes, 9 de septiembre de 2019

Torra no cumplirá con su obligación

El presidente del gobierno regional catalán ha dicho que cumplirá con su obligación y eso no puede ser cierto en ninguno de los supuestos.
En el supuesto real, el citado Torra (otro que hace honor a su apellido), es el representante del Estado en Cataluña y en ningún momento se ha mostrado digno de ese cargo, sino que su comportamiento ha sido vil y lacerante para las personas honradas y sensatas; solo los sinvergüenzas y los insensatos pueden estar de acuerdo con él.
En el supuesto al que su mente retorcida y miserable alude, tampoco puede ser cierto, porque él, al igual que todos los separatistas catalanes de todos los tiempos, es un cobarde. Su vuelo es bajo, como el de las gallinas. Digamos que su estirpe es gallinácea, como la de ese que se ha ido a poner los huevos a Waterloo y se ampara en un abogado etarra.
Los separatismos van en contra de los vientos de la historia, incluso esos que han conseguido sus propósitos. A pesar de que Checoslovaquia y Yugoslavia pudieron ser naciones un tanto ficticias, no cabe duda de que los ciudadanos de ambas estarían mejor si siguieran unidas. Los casos de Quebec y de Escocia también son disparatados, a pesar de que puedan tener alguna base histórica. Nada saldrían ganando los habitantes de esas regiones si se separaran. Pero los promotores del desaguisado nunca se saltan la ley. Pueden ser torpes y egoístas, pero conservan un punto de civilización. Nada tiene que ver su actitud con la de los salvajes y cobardes catalanistas, en ninguno de los cuales cabe encontrar un átomo de gallardía, un destello de nobleza, un rasgo de honor. Los catalanistas están muy bien simbolizados por Rahola, Rufián, Tardá, Puigdemont, etcétera. Hay miserables para dar y tomar. 

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