Eso de que no le aplaudan, ¡y encima se han atrevido a pegarle al coche!, no le ha sentado bien a Pedro. Nada bien. Por eso ha mandado a sus agentes especiales, con helicópteros y todo lo que ha hecho falta a que identifiquen y capturen a los insensatos. Ya los tienen. Por lo menos a tres. Estaban quitando barro. Llevaban desde el primer día en la tarea.
Su Inmensa Sanchidad les hará saber con quién se juegan los cuartos. En un principio huye, pero en cuanto llega a puerto seguro tiene todo el aparato del Estado a su disposición. Una vez que los tiene en su poder, perfectamente identificados, les va a explicar que en cuanto lo vean tienen que dejar todo lo que estén haciendo y aplaudirle frenéticamente. Seguramente, les pondrá el vídeo para que vean cómo lo hacen los ministros. No se trata solo de batir las palmas, sino que hay que componer el gesto de entusiasmo. Tienen que enterarse de todo lo que les puede hacer, desde multarlos, hasta hacerles inspecciones de Hacienda, u ordenar que hagan flexiones. Cuando está enfurecido es capaz de todo, hasta de pegar patadas en las canillas.
Hay gente que no puede entender que no haya modo de pillar a unos y cueste tan poco encontrar a otros, pero es que no se dan cuenta de lo grave que es pegarle al coche de Su Sanchidad, con lo acojonado que va y el peligro que ello conlleva de que se muera del susto. Tampoco se enteran de que los hay que se esconden, mientras que estos estaban trabajando a la luz del día en plena calle, lo cual facilita mucho la tarea.
Y lo culpan a él de la catástrofe, sin enterarse de que la culpa es de Ayuso, de Mazón y del cambio climático, que mata. Pedro ya sabe que el cambio climático mata y se ha ido a avisar a la Unión Europea.
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