Es de esperar que la fuerza del agua los hiciera pasar a mejor vida antes de que tuvieran tiempo de padecer miedo. Es espantoso lo que les ocurrió a estos dos niños. Y a todos los afectados por la dana.
¿Se podrían haber salvado si tuviéramos una clase política digna de ese nombre? Pues seguramente sí. ¡Yo no tengo la culpa!, grita una Robles ante los damnificados. Pero eso lo debería decidir un juez, no ella. Y si de esto no acaban varios políticos en la cárcel es prueba clara de que la Constitución no protege a los ciudadanos, sino a los políticos golfos. Ya rechina que no estén varios en prisión preventiva.
A pesar de la calamidad sufrida y del tiempo transcurrido desde entonces, no ha dimitido nadie, ni tampoco nadie se ha hecho responsable. Que estén echándose la culpa unos a otros denota una mala intención que debería tener consecuencias penales.
Del gobierno del Felón no cabe esperar nada bueno. Ya se ha repetido por parte de muchos profesionales que la responsabilidad es suya, y en menor medida del gobierno regional. El malhadado equipo de opinión sincronizada ataca sin piedad a Mazón, que, por su parte, tampoco se da cuenta que no queda más remedio que echar mano de soluciones heroicas cerrando todo lo que pueda cerrar y reduciendo a lo legal la financiación de lo que no pueda cerrar, para destinar esos recursos a la zona devastada.
El comportamiento de los políticos desde que empezó el diluvio hace que 15 o 20 de ellos merezcan la cárcel, pero el periodo anterior, desde que se derogó el PHN, amplía mucho el número de los culpables.
Rubén e Izan, el resto de los más de doscientos fallecidos y las familias arruinadas, merecen respeto, el que les demostraron los Reyes, que son de los pocos que han estado a la altura.
Hay que exigir un castigo ejemplar, a cada cual según su culpa.
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