Tendría que decir, para situarnos, que Corina tiene veinte veces más talento que Sánchez, que Zapatero, que Marlasca…, y por supuesto que Maduro. Las pruebas están a la vista. La menospreciaron, no la creyeron capaz de llevar a cabo la descomunal hazaña mediante la cual Maduro tiene los días contados. Será difícil que pueda sobrevivir a lo que le espera, porque una cosa es ser el dictador de una nación y otra muy distinta vivir como ciudadano en una dictadura.
Lo tenía todo muy atado y era imposible que una mosquita muerta, así la veía él, consiguiera deshacer ninguno de los nudos. Pero mira por donde fue capaz de organizar un ejército formidable y tener equipos de control, con todos los medios técnicos, con toda la infraestructura que necesitaban, en las treinta mil mesas electorales. La Administración iba dando resultados y cuando se dio cuenta dejó de darlos, pero ya era tarde. Todas las papeletas llegaron al Centro Lincoln, toda Venezuela ya sabe que ganó la democracia por mucha ventaja y ahora ya no hay nada que hacer. El triunfo es suyo. Los venezolanos saben que el último tren de la libertad pasa por Corina y cualquier cosa que hagan será peor que retirarle sus apoyos.
Anteriormente, han aparecido por aquí una serie de bobos totalmente incapaces de advertir el potencial de la heroína venezolana, una señora de las que nacen pocas, aunque en estos tiempos que vivimos hay unas cuantas y también algunos por el mundo. Las que han podido han ido a Oslo a saludarla. Naturalmente que Zelensky no ha podido ir, puesto que su situación es delicada. Navalny, que también fue un ser extraordinario, está enterrado. ¡Gloria a Navalny! Pero los demócratas de Venezuela sí que creyeron en ella. Conformaron un fabuloso ejército que Maduro no supo detectar . Edmundo González viene demostrando una sensatez y un saber estar que demuestran que Corina no se equivocó con él.
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