domingo, 26 de noviembre de 2017

Despidió al novio por podemita

En realidad, no sé si eran novios ya o estaban en ciernes de serlo sino tan solo que al decir él que vota a Podemos se acabó todo.
Y me parece bien. No se puede esperar amor de quien se ha decantado por el odio. Me hacen gracia cuando dicen ‘personas refugiadas’. Con tal de ajustarse a lo políticamente correcto, no dudan en afear el lenguaje. En el principio fue el verbo, dice la Biblia. Y la verdad es que si no fuera por aquellos que aman al lenguaje, los poetas, que son los que intentan decir las cosas del modo más bello y armonioso posible, el mundo sería peor. Quienes no aman al lenguaje tampoco pueden amar nada más.
Puesto que Podemos se define como un partido de izquierdas, sin que sus dirigentes hayan especificado qué es lo que entienden por izquierda más allá del odio a la derecha y de su intención de fagocitar al PSOE, me referiré a la izquierda.
Me parece correcto que alguien vote a los socialistas porque piense que su ideología permite abordar mejor los problemas que presenta la vida; también me parece adecuado, por los mismos motivos, que se opte, por los mismos motivos, por los comunistas, aunque entre Paco Frutos y Alberto Garzón hay la misma distancia que puede haber entre un idealista trasnochado y un demagogo sin demasiados escrúpulos. Para votar a Podemos, en cambio, hay que estar transido de odio. Y luego hay que pasarse el tiempo buscando justificaciones, porque es difícil admitir que el motor de todo es el odio.
Todo lo que hace Podemos tiene la intención de subvertir, de romper el orden constituido, para conseguir el poder luego. Lo que ocurre es que mientras lo intentan reciben subvenciones y viven como reyes. Quizá no les interese conseguir sus propósitos, porque entonces vendría el terror, incluso para ellos mismos.

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