jueves, 2 de noviembre de 2017

Los curas no han dicho nada

Después de antes del 1-O hicieran tanto ruido, con sermones y documentos infames, firmados por tropecientos curas, defendiendo el separatismo, ahora callan.
Seguramente, están esperando a ver como queda la situación para rediseñar su postura, con el fin de adaptarla, como de costumbre, a lo que más convenga. Los curas del País Vasco, en términos generales, no predican lo mismo que los de Cuenca, y los catalanes tampoco lo mismo que los de Badajoz, a pesar de que todos pertenecen a la misma Iglesia y, por decirlo de algún modo, todos, teóricamente, venden el mismo producto. Por poner un ejemplo, la horchata Chufi es la misma en todas partes.
Sin embargo, en la Iglesia no ocurre así. A un obispo nacionalista de una diócesis del norte Franco lo mandó a Valencia, ascendiéndolo a arzobispo, y dejó de ser nacionalista en el acto. Un obispo totalmente antinacionalista fue destinado a una sede catalana hace pocos años y, al menos hasta antes del 1-O, se volvió absolutamente nacionalista; ya veremos qué actitud adopta en el futuro. El papa este que tenemos ahora, tan populista él, se declaró contrario al separatismo, pero no dice nada a los curas separatistas y así la Iglesia juega con dos barajas.
Es muy fácil hablar de Cristo, de San Ignacio de Loyola, de San Francisco de Asís, pero más difícil resulta imitarlos. Conviene más acomodarse en cada sitio a lo que más convenga, entendiendo por lo que más convenga aquello que con más facilidad logra que los fieles llenen el cepillo. No es casual que la Teología de la Liberación surgiera en América del Sur, de modo que tampoco es casual que en la España del norte surjan setienes, uriartes, sistachs, novells, etc.
Acomodándose a los gustos del lugar pueden darse la gran vida y brindar con la sangre de Cristo, de San Francisco de Asís, de San Ignacio de Loyola.

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