jueves, 23 de noviembre de 2017

La número dos de Colau

Desde luego que yo jamás he esperado nada bueno de Colau, ni tampoco de su equipo y si no fuera porque en otras ciudades de España hay alcaldes, o alcaldesas, igual de malos, o peores que ella, diría que los barceloneses tienen lo que se merecen por haberla votado, pero no es bueno desearle a nadie ningún mal, es mejor decirles que se fijen más a la hora de votar.
Elisenda Alamany, la número dos de Colau, ha dicho que es independentista, que es lo mismo que si hubiera dicho que es estúpida, pero ella no se da cuenta, porque un estúpido no puede darse cuenta de que lo es.
La prueba está en el comportamiento de todos los que lo son, tratando primero de encontrar el modo de violar las leyes, como si eso fuera sano, incapaces de darse cuenta de que la mejor protección de cualquiera ante el mal es la ley. Si los independentistas, a pesar de lo irrazonable de su postura, hubieran intentado conseguir sus propósitos de forma legal no serían tan estúpidos. Luego, cuando han ido a chocar con el muro de la realidad, unos han huido como ratas, otros no han reaccionado como habían prometido que lo harían, sino que se han doblegado ante la justicia y los hay que se están planteando hacerlo, pero tramando otro modo de volver a engañarla y todos han aceptado volver a presentarse a las elecciones, aunque eso signifique que reniegan de lo hecho anteriormente y dejar tirados a los que habían arrastrado en su locura.
Es decir, cabe apostar, a la vista de que toda esta gente tiene obnubilado el cerebro, que si la justicia la requiere en algún momento, porque su implicación en la causa sea punible, actuará como los demás, dirá que todo era una broma, etc. Lo mismo haría Colau. Opino que cualquiera de ellos sería capaz de vender a los demás si obtuviera algún beneficio.

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