Vivir consiste en ir eligiendo entre varias opciones y de esta continua toma de decisiones no escapan ni los niños, por más que haya padres que se empeñen lo que han de elegir o pensar cada vez. Cada uno es dueño de sus propias decisiones, tanto si decide hacer lo que le mandan, como si opta por seguir su propio criterio. Por eso, blandir el Síndrome de Alienación Parental, sin más, cuando se desea obtener la custodia, es una falta de respeto a los niños,
Los niños se pueden equivocar en sus filias y en sus fobias, si las adquieren, y los jueces también pueden errar en sus sentencias. Admitido esto, hay que añadir inmediatamente que siempre debe prevalecer el interés del niño. Aunque se considere que el juez se ha equivocado, puede que lo mejor para el niño, o lo menos malo, sea respetar la sentencia. Apurar todas las posibilidades hasta el final puede hacerle daño al niño. En un buen número de casos, cualquiera de los dos progenitores va a tratar del mejor modo posible al niño. ¿Para qué prolongar la pelea a costa del niño? Por otro lado, entre gentes civilizadas no debería haber ningún problema para que quien no ha obtenido la custodia se llevara al niño cuando quisiera, siempre y cuando no interrumpiera las tareas escolares y lo avisara con suficiente antelación. El régimen de visitas que marcan los jueces debería ser sólo para casos extraordinarios. No debería haber odio entre los padres y ese sería el mejor modo de que no llegara a los hijos.
Hay gente que manipula, claro; y hay quien manipula continuamente y de forma instintiva, sin ser consciente de que lo hace, y si se le dice puede negarlo airadamente. Pero eso no significa que todos los niños hayan sido manipulados, y además con intenciones concretas. El deseo de ganar el pleito no necesariamente significa que haya interés por el menor. El amor al niño se demuestra de otros modos.
Los niños se pueden equivocar en sus filias y en sus fobias, si las adquieren, y los jueces también pueden errar en sus sentencias. Admitido esto, hay que añadir inmediatamente que siempre debe prevalecer el interés del niño. Aunque se considere que el juez se ha equivocado, puede que lo mejor para el niño, o lo menos malo, sea respetar la sentencia. Apurar todas las posibilidades hasta el final puede hacerle daño al niño. En un buen número de casos, cualquiera de los dos progenitores va a tratar del mejor modo posible al niño. ¿Para qué prolongar la pelea a costa del niño? Por otro lado, entre gentes civilizadas no debería haber ningún problema para que quien no ha obtenido la custodia se llevara al niño cuando quisiera, siempre y cuando no interrumpiera las tareas escolares y lo avisara con suficiente antelación. El régimen de visitas que marcan los jueces debería ser sólo para casos extraordinarios. No debería haber odio entre los padres y ese sería el mejor modo de que no llegara a los hijos.
Hay gente que manipula, claro; y hay quien manipula continuamente y de forma instintiva, sin ser consciente de que lo hace, y si se le dice puede negarlo airadamente. Pero eso no significa que todos los niños hayan sido manipulados, y además con intenciones concretas. El deseo de ganar el pleito no necesariamente significa que haya interés por el menor. El amor al niño se demuestra de otros modos.
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