jueves, 6 de abril de 2017

Rufián y las urnas

Tiene por costumbre este politiquillo, cuyas hazañas se circunscriben a los reducidos ámbitos del insulto y la provocación hacia la mayor parte de los españoles, de acabar sus peroratas con la coletilla ‘nos veremos en las urnas, señor Rajoy’.
Se conoce que el tal elemento, que hace honor a su apellido, confía en que aumente el número de gilipollas, porque puestos a elegir entre Rajoy y él hay que estar tocado para optar por él.
Se puede afirmar, sin temor a que haya equivocación alguna, que el tal Rufián no está entre los firmantes de esta petición https://www.change.org/p/a-la-gente-de-bien-que-no-acepta-que-los-asesinos-pongan-reglas-un-fin-de-eta-sin-impunidad?source_location=petitions_share_skip, por la sencilla razón de que milita en un partido que tiene más simpatías por los terroristas que por sus víctimas.
Por la misma razón, se puede asegurar también que no es uno de los suscriptores de https://covite.org/ayudanos/, esa asociación tanto lucha por el bien de España y los españoles. La función de Covite es vital para España, porque sin ella hay peligro real de que la política española se deslice hacia los vertederos, de los que no está tan lejos. Y la prueba de esto último es el protagonismo que tienen en ella personajes como el tal Rufíán, que no es sino uno más del grupo de esos que sólo respetan lo mezquino y miserable y desprecian lo más admirable.
Que los españoles están adormilados y no acaban de darse cuenta de lo que está en juego se percibe claramente si se piensa en el salario que cobra Consuelo Ordóñez, que lucha con denuedo y tesón por el bien de todos, haciendo gala de un valor que poca gente tiene hoy en día, y el que llena todos los meses los bolsillos de personajes como Rufián, que paga el Estado que él y otros de su cuerda o de sus cercanías quieren destruir. El vocabulario que se gasta Rufián tuvo que aprenderlo en algún sitio, quizá la primera palabra que dijo en su vida fue un insulto.

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