domingo, 9 de abril de 2017

Lo peor que le ha pasado a Cataluña

He leído en algún sitio que Rufián ha explicado qué es, en su opinión, lo peor que le ha pasado a Cataluña. Pero esa opinión sólo puede interesar a gente de pocas luces, o alguien que no esté bien de la cabeza. Y no digo que no abunden los que están en el segundo caso; ni los del primero, porque si no fuera así este señor no estaría cobrando una pasta.
Pero es cierto que a Cataluña le han pasado cosas malas. El deterioro económico es muy grande, no ya en relación con la situación que tenía, que también, sino con la que tendría si las cosas hubieran transcurrido con la normalidad que cabía esperar. Pero este deterioro, que sigue su curso, no es lo más importante, sino que esta cuestión hay que adjudicársela al de la convivencia, pues se han roto familias, amistades, confianzas… La crispación de la vida pública es el peor problema que tiene hoy Cataluña, y va en aumento, puesto que hay tipos que están tocados, que disfrutan haciendo crecer la tensión, profiriendo insultos y amenazas, sembrando odios, agitando tempestades. Y hay otro tercer factor en lo que al deterioro se refiere, y es el de la educación cívica y los buenos modales, que eran muy apreciados en Cataluña y que hoy han desaparecido por completo. Basta con fijarse en que la alcaldesa de Barcelona es Colau para darse cuenta de que algo gordo ha pasado en la sociedad catalana; es suficiente escuchar a Forcadell encadenar sandeces para entender que una parte del pueblo catalán ha perdido el oremus; o a Rahola gritando, sin que nadie se escandalice; o al propio Rufián metiendo la pata una y otra vez.
Lo peor que le ha pasado a Cataluña es que la doctrina nacionalista, esa peste, haya logrado implantarse allí. En donde lo consigue, el daño es incalculable.


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