viernes, 23 de marzo de 2018

Torrent se la va jugando

Trata de demostrar Torrent que desafía al Estado, pero lo hace a lo tonto, es decir, sin pasar de la fase simulacro. Se conoce que lo hace para contentar a un público determinado, que a estas alturas ya se conforma con poco.
O para demostrar que a gilipollas no lo gana nadie, pero en este terreno lo tiene difícil, porque hay mucha competencia. Irena Montera, pongamos por caso, ataca al Rey sin ton ni son, también para que le aplauda la galería de impresentables incapaces de distinguir un burro de una silla. Otro que tal puede ser Echenique, que dice no sé qué de la minga, no quiero ni pensarlo. De esos se llega en un pispas a su admirado Pablo Iglesias que está en contra de la cadena, pero es porque prefiere la guillotina, pero esto ya se lo calla, porque el cálculo electoral lleva a decir otra cosa, aunque lo fundamental es oponerse al PP. Los podemitas necesitan señalar un enemigo para justificar el odio, que es el motor con el que consiguen votos. Del odio a la guillotina, un paso.
La competencia es grande y ese Torrent (de estupideces cabría pensar) no se da cuenta, o no se quiere dar, porque vive de eso, porque el día que se entere tendrá que dejar su chollo y ponerse a trabajar para vivir, lo que no parece que le seduzca mucho, de que la bufonada se ha terminado. Un bufón que sí tiene gracia, Boadella, ha ido a decírselo o otro bufón que no tiene ninguna gracia, Puigdemont, al mismísimo Waterloo, pero es difícil que este último se dé por enterado, porque mientras pueda no dejará de hacer daño.
Otra señal de que la bufonada se ha acabado es la fuga de Rovira, con la cual el nivel moral de Cataluña ha subido un poco, como también ocurrió con las anteriores fugas.

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