miércoles, 13 de junio de 2018

El ‘romanticismo’ de Pedro Sánchez

A pesar de que totalmente imposible, seguirán intentando hacernos creer que el asalto al poder de Pedro Sánchez fue acto romántico.
Que los haya que sí se lo crean no tiene nada que ver, porque quienes lo creen no tienen nada de románticos. La mala noticia es que se puede alcanzar la presidencia del gobierno de España a traición y que el nuevo presidente surgida de ella nos quiere enseñar la bondad de su corazón. Su problema es que no puede esconder el odio que siente al PP, ni que se siente más a gusto con los amigos de los etarras que con los votantes de este partido.
Vienen tiempos apasionantes en los que se van a producir muchos cambios. El flujo migratorio parece imparable y los gobernantes no saben cómo hacerles frente, puesto que salvo raras excepciones, que hoy en día no se vislumbran, son cortoplacistas y poseedores de un egoísmo todavía mayor que el de sus votantes. Los intereses nacionales no tienen nada que ver con las necesidades de todos aquellos que se lanzan a la aventura, porque los empuja el hambre.
Los buenistas juegan a parecer buenos, sobre todo si cuentan con el dinero de los demás, es decir, con los impuestos, pero dado que de buenos no tienen un pelo, más pronto que tarde se darán de bruces con la realidad.
Carmena colgó el cartel de Refugees Welcome, pero no consta que haya acogido a ninguno en su mansión. Lo que pretendía era incomodar al gobierno. Tampoco Pablo Iglesias, que ahora tiene espacio, se ha ofrecido para acoger a algunos y ni siquiera para poner tiendas de campaña en su jardín. A Torra los españoles no catalanes le parecen bestias con forma humana, así que lo que pudiera hacer con los inmigrantes no podría pasar de la simulación.
Hay un problema sobre la mesa y mientras unos, asustados, no saben qué hacer, otros juegan a parecer lo que no son.

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