domingo, 10 de junio de 2018

Los cien días de cortesía

Un gobierno normal surgido de unos procedimientos democráticos normales bien merece los cien días de cortesía.
Pero el de Pedro Sánchez, aunque haya sido alcanzado a través de mecanismos democráticos, no es normal, puesto que recoge todos los vicios de origen de la democracia española, a los que hay que añadir la traición. Es curioso que los medios izquierdistas no hagan hincapié en esto. El hecho de que la traición sea frecuente no significa que haya que verla como normal y asumirla como un hecho cotidiano.
Una muestra de la bisoñez de la democracia española es que permite a sus enemigos andar por ella como Pedro por su casa. Un sistema que permite partidos antisistema lleva un lastre que le quita mucha libertad de movimientos. Pero es que además, algunos de esos partidos antisistema, que son los nacionalistas, encuentran en España un poder excesivo, que jamás lo han empleado para algo bueno. Los partidos nacionalistas deberían estar recluidos en sus Autonomías, sin posibilidad alguna de influir en la política del Estado. O quizá, como mucho, se les podría hacer la concesión de que se pudieran presentar todos juntos, como un único partido, evitando que pudieran alcanzar una representación exagerada con respecto a sus votos.
Es deseable, por otra parte, la alternancia y si se hubieran evitado esos vicios de origen los partidos españoles no se habrían degradado tanto. Por ejemplo, este gobierno sonajero no ha propuesto, ni hay indicios de que lo vaya a hacer, la separación efectiva de poderes. Es obvio que no le interesa que los jueces sean independientes y en sus planes próximos se observa que no tiene muy buenas intenciones en el campo de la justicia.
Darle a este gobierno cien días de cortesía es como darle al ladrón cien kilómetros de ventaja. Hay que vigilar cada paso que dé, sobre todo en lo que respecta a los etarras y a los golpistas. 

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