jueves, 28 de marzo de 2019

Borrell, enojado

Hay que ponerse en situación para mejor entender el asunto. Borrell es un ministro español y accede a ser entrevistado en una televisión de un país aliado con el que tenemos muchos intereses en común, lo cual es posible gracias a la confianza mutua.
El ministro español accede a ser entrevistado porque espera que se le trate con el respeto debido por su cargo, dado que representa a los españoles. Y entonces el entrevistador traiciona esa confianza y mostrando una absoluta falta de respeto al entrevistado, a la justicia española y al pueblo español, en vista de lo cual el ministro español hace muy bien en marcharse.
Vivimos un momento histórico en el que el espectáculo se antepone a todo. La actitud de ese presentador o periodista alemán no tiene lógica alguna y los espectadores del programa deberían estar asqueados, por cuyo motivo tendrían que haber mandado muchas quejas a esa cadena de televisión. Pero a la vista de lo que viene ocurriendo en Alemania puede afirmarse que no hay ningún alemán que sea más serio, más formal y más respetuoso con las leyes y, por tanto, con el prójimo, como los jueces españoles, Lamela, Llarena, Marchena, que se vienen encargando de lo relacionado con los sinvergüenzas catalanistas. ¡Ya quisieran los alemanes y los belgas tener jueces tan buenos como estos! Y si hay algún alemán con sentido al prójimo es porque vive en España desde hace mucho y se llama Jacobi.
Quizá sea la primera y única vez en la vida que Borrell tiene la razón en algo, yo eso no lo sé. De lo que sí que estoy seguro es de que en esta ocasión la tiene por completo y de que la actitud de esa televisión alemana y la de sus espectadores es lamentable, insolente, grosera y censurable. Si la Unión Europea es esto, su porvenir tiene muy mal pronóstico.

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