jueves, 7 de marzo de 2019

Maduro y el embajador español

El presidente ilegitimo de Venezuela no se chupa el dedo. Dicen que al no detener a Guaidó se ha debilitado, pero eso, con ser cierto, no es exacto del todo. Si lo hubiera detenido, se hubiera producido, seguramente, tal oleada de protestas en el país, con la consiguiente violencia represiva, que habría dado pie a la intervención internacional para precipitar su caída.
Con su proceder cauteloso, Maduro ha ganado tiempo, a la espera de que las aguas se calmen y pueda recuperar poco a poco el poder perdido. Tiene apoyos muy avezados en el juego sucio y todavía confía en seguir siendo presidente muchos años más. No lo tiene fácil, pero tampoco lo tiene todo perdido.
Por otro lado, y para hacer ver que sigue teniendo el control de la situación, ha expulsado al embajador alemán. La pregunta que cabe hacerse es: ¿por qué no al embajador español por el mismo motivo? Si siguiera Rajoy al frente del gobierno de España es obvio que el embajador español habría sido el objetivo favorito del energúmeno caribeño, pero el presidente es Sánchez y está apoyado por Podemos y esa es una pista muy importante. También eso sirve para explicar que el PSOE y Podemos no aplaudieran al presidente de Perú. Sin olvidar la entrañable relación de Zapatero con el machista y homófobo Maduro.
Todos estos detalles sirven para ir dibujando el mapa de la situación, y dentro de él de las simpatías y deseos reales de Sánchez, que se empeña en sacar a Franco de la tumba, mientras colabora con Maduro, que es un sanguinario dictador, sin escrúpulos, sobre cuya conciencia pesan miles de muertos por muerte violenta y otros miles por hambre.
No consta que la bondad sea una de las características de Sánchez, como tampoco lo es de Maduro. Entre ambos, Iglesias, el coletas.

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