sábado, 23 de marzo de 2019

Podemos y Juana Rivas

Mientras que la actitud de Rajoy en este caso fue asquerosa y cobarde, puesto que por miedo a las críticas del griterío putón dejó solo al honrado juez que estaba haciendo su trabajo, lo de Podemos es de otro nivel.
Este partido cuyos dirigentes niegan las torturas que practican los esbirros del homófobo y dictatorial Maduro, y señalan como delincuentes a los presos políticos de Venezuela, al tiempo que consideran presos políticos a los presuntos golpistas que están siendo juzgados, con todas las garantías democráticas, por delitos muy graves, han demostrado en el caso Juana Rivas, como en todos en los que intervienen, que su intención es la de socavar y desprestigiar las instituciones democráticas, en este caso la de la justicia, esencial para el progreso y la libertad.
En Venezuela, donde todavía no hay justicia, se puede torturar y asesinar impunemente a cualquier persona. Eso tampoco lo dice Zapatero, otro que tal. Estamos a la espera de que Guaidó pueda restablecer el orden, que es lo que temen los podemitas y los etarras que viven en Venezuela.
Podemos se ha servido de Juana Rivas, a la que ha empujado al calabozo, con el fin de quebrar la fe en los jueces y demostrar quien manda en la calle. Han organizado manifestaciones, montado numeritos, dicho barbaridades, sin importarles que como consecuencia de todo ello la madre a la que decían defender perdiera la cordura, perdiera a sus hijos, perdiera la libertad. Supongamos ahora que milagrosamente recupere la lucidez, si es que alguna vez la tuvo, y les pida cuentas. ¿Alguien cree que le pedirían perdón? Para esperar algo bueno de los podemitas hay que ser muy iluso.
Pero los principales perjudicados de todo son los niños que van a necesitar rehabilitación psicológica. ¿Quién la va a pagar? Debería hacerlo todo ese griterío putón. Todos esos que se manifiestan, que arman bulla, que recogen firmas, deberían contribuir a un fondo común cuyos beneficiarios fueran los niños, por haber sido manipulados con fines espurios por tantos sinvergüenzas. 

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