miércoles, 13 de marzo de 2019

La lección de Artadi

¿Podía plantearse alguien la posibilidad de que los catalanistas tuvieran la cara dura como de compararse con los judíos? Pues sí la tienen.
La llamada Elsa Artadi se ha servido de Ana Frank, nada menos, para negarse a cumplir una orden de la Junta Electoral Central. Todo el mundo sabe que si cabe alguna comparación con alguien es con los nazis. De ahí que se les conozca como lazis.
Esta frase es la que reprodujo: «No se nos permite tener nuestra opinión. La gente quiere que tengamos la boca cerrada, pero eso no te impide tener tu propia opinión. Todo el mundo debe poder decir lo que piensa». Resulta que son ellos, los sinvergüenzas que mandan en Cataluña los que quieren acallar a los disidentes, los que no admiten ninguna opinión contraria a la suya.
Cualquiera que vea por primera vez el rostro de Artadi piensa enseguida que tiene que ser de cemento armado. No tardará mucho en comprobar que ha acertado en su presunción. Ella misma se contradice, porque se queja de falta de libertad de opinión al tiempo que dice las barbaridades que se le ocurren. Ella lo que quiere es cobrar todos los meses, lo dejó claro cuando estuvo en vigor el 155 y fue las más fiel cumplidora de las órdenes que recibía.
Actualmente emplea su desvergüenza para conseguir que cierto tipo de electores la vote, y si no consigue suficientes sufragios para que quienes formen gobierno le den un cargo, puesto que ha demostrado suficientes maldad y mala fe para formar parte del previsible gobierno catalán, que salvo sorpresa mayúscula quedará en manos de los de siempre.
Lo que procura por todos los medios al mismo tiempo es no hacer nada que la lleve a la cárcel, inquietud que también es palpable en otros, como Torrent, Rufián, Rahola, Torra, etc., todos los cuales aspiran a seguir viviendo con el dinero de los españoles.

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