viernes, 3 de mayo de 2019

Mal, Pablo Casado

El derrotado líder del PP culpa a Rajoy de sus malos resultados electorales. Esto es muy inquietante, porque tenemos un presidente del gobierno del que cabe la sospecha de que sea psicópata y el líder de la oposición, con esa actitud, no inspira optimismo.
Si para diagnosticar los males de su partido y su posible solución no solo es incapaz de asumir su responsabilidad, sino que además se sirve del sectarismo y del afán de venganza, mal podrá diagnosticar los males de España en el caso de que llegue a la presidencia.
Está muy bien que considere que Rajoy tiene un estilo y él otro, pero de ahí a culparle de su fracaso media un abismo. Rajoy ha estado callado todo el tiempo, no se ha metido con él para nada y ha respetado su modo de actuar. En cambio, Aznar ha estado metiendo la pata todo el tiempo y, lo mire por donde lo mire, es seguro que le ha quitado. El primer Aznar de todos, el que hablaba catalán en la intimidad, fue aceptado, entre otras cosas porque no había más remedio. El chulo creciente en que se ha ido convirtiendo ya no. Fue miserable que dijera que había entregado una derecha unida y ahora estaba convertida en tres. Con esa afirmación trata de culpar a Rajoy, al que sin tener madera de héroe, sino todo lo contrario, le estalló en la manos la bomba secesionista que habían estado alimentando González, el propio Aznar, y Zapatero.
Lo de «a mí nadie me llama derechita cobarde», es seguro que tampoco ha ayudado al PP.
El caso es que Casado no demuestra capacidad de liderazgo, no ha sabido hacer frente a las trampas que le han tendido sus adversarios, especialmente Sánchez, y no ha sido capaz de hacer callar a Aznar. Al culpar a Rajoy de su fracaso se nos muestra sin grandeza, sin capacidad estratégica, ni autocrítica. Quizá hubiera sido mejor que ganara Sáenz de Santamaría las primarias. Ella podía haber sacado partido al doctorado cum fraude.

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