jueves, 16 de octubre de 2014

La reforma del Estatuto valenciano

Parece ser que el gobierno valenciano se propone hacer una serie de reformas que, en principio, parecen recomendables, pero falta saber cómo se concretan luego.
La reducción del número de diputados de 99 a 79 parece muy loable, porque significa un gran ahorro para el contribuyente, pero habría que ver como se lleva a cabo, porque si van a salir perjudicados los partidos minoritarios quizá a los contribuyentes no les convenga el ahorro. Por eso, el anuncio de que lo harán con o sin la colaboración de la oposición es inquietante. Los cambios que se hagan deben redundar en beneficio de los ciudadanos y no de algunos partidos políticos, por lo que buscar el acuerdo entre todos es fundamental. Habría que hacer públicos los motivos de unos y de otros, en favor o en contra de los cambios propuestos.
La elección directa de parte de los parlamentarios parece tímida. ¿Por qué sólo parte de ellos? ¿A qué partido no le interesa este cambio?
La eliminación del aforamiento es algo que viene pidiendo UPyD desde hace tiempo, y se negaban a ello otros partidos que ahora lo piden también, sin explicar los motivos por los que han cambiado de idea. Simplemente, olvidan su actitud anterior.
Pero se echa de menos que entre las medidas propuestas figuren la supresión de la fenicia Academia Valenciana de la Lengua y otros organismos igual de inútiles. Esta academía se fundó con el objetivo de imponer las normas del IEC en el Reino de Valencia (los hay que le llaman País Valenciano, y esos son los que defienden la permanencia de esa instición que tan cara cuesta a los valencianos). Para ese fin lo correcto sería utilizar directamente las normas del IEC y no gastarse el dineral que cuesta esa nefasta academia.
Lo que no deberían perder de vista esos políticos que dicen que se sacrifican por los ciudadanos es que las lenguas son herramientas de comunicación y no instrumentos de tortura. Imponer una lengua es una torpeza.

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