jueves, 4 de febrero de 2016

También Alfonso Grau

Ocurre siempre que alguien ostenta un poder de modo dictatorial y a los subordinados no les permite más que el aplauso, que todos forman una piña por la cuenta que les trae, porque basta una mirada que se pueda interpretar mal para perder el favor de quien manda, y con ello todo lo que conlleva.
Pero si se acaba el poder y luego vienen mal dadas, también se termina esa amistad que realmente no existió nunca y aflora algo que puede confundirse con la sinceridad, pero que realmente es un sálvese quien pueda.
Alfonso Grau fue la mano derecha de Rita Barberá, el encargado de los Grandes Proyectos, o de todo lo grande habido y por haber en el ayuntamiento de Valencia, y ahora al referirse a ella ha dicho que cada palo aguante su vela. Se conoce que hay más vela que palo y me temo que la cara A de Rita Barberá puede haber desaparecido por un tiempo largo y ya sólo le queda la cara B para todas las horas del día.
En España los políticos están muy malcriados y no se creen servidores del pueblo, sino superiores al pueblo. Se va viendo en las negociaciones para formar gobierno. Defienden sus propios intereses, mientras los ciudadanos se desesperan en la cola del paro, o en la lista de espera del hospital. Operaciones quirúrgicas que debían hacerse antes de un mes, han de esperar cuatro o cinco meses. Mientras tanto, los señoritos diputados cobran sus buenas pagas y mientras las cobran hacen la pelota.
También parecían carne y uña José Luis Olivas y Domingo Parra, gracias a cuya gestión muchos han perdido sus ahorros. Ellos no. Y ambos eluden su responsabilidad y también le echan la culpa al otro.
Si Alfonso Grau fue durante mucho tiempo la mano derecha de Rita Barberá ahora no debería volverle la espalda. No le obligaron a aceptar el cargo.

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