martes, 9 de febrero de 2016

Le llaman el Mocho

No hace falta decir qué político español es conocido con el sobrenombre de el Mocho, ni quienes son quienes se lo han puesto.
Cabe apuntar, no obstante, que lo han hecho quienes lo tienen más cerca y que se trata de un tipo que tiene la cara más dura que un adoquín y un desparpajo homologable a los más destacados que se recuerden.
Pero no sólo el citado Mocho va haciendo de las suyas, aprovechando que a Rajoy le salen los enemigos por todas partes, e incluso en su propio partido, en donde un tal Aznar todavía no se ha dado cuenta de que lo que él se cree no se ajusta a la realidad. Nadie se puede imaginar que si él hubiera estado en el lugar de Rajoy pudiera haberlo hecho mejor.
Así que por los aledaños del Mocho actúa también la Gritona, que se desgañita y hace aspavientos que serían ridículos si no fuera porque probablemente se los retribuyen a precio de oro, con lo cual se permite tener a su hija en un carísimo colegio de Suiza, en donde no es probable que le den catalán, ni le cuenten las bolas históricas que propagan ciertos 'investigadores'.
También están está muy cerca de los dos citados el Gordo Llorón, mentiroso compulsivo, al que se conoce que Borrell toma en serio y le desmiente las trolas que difunde, como si eso sirviera para algo.
En España, como se viene demostrando, para ganar unas elecciones hay que mentir. Mintió Solbes frente a Pizarro, mintió Zapatero, como antes que ellos habían mentido tantos, y mintió Rajoy. Mienten ahora todos los candidatos y el partido que dijo siempre la verdad ha quedado fuera del Parlamento.
¿Por qué se fían los votantes de los mentirosos? ¿Por qué permiten los votantes que los amigos de los etarras puedan reírse de todos? Como diría Pujol, ¿qué coño es esta democracia?

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