lunes, 3 de noviembre de 2014

Los 300 historiadores subvencionados

Luego dicen que España es un país de pandereta, y nos quejamos. Habrá que empezar por reconocer que algo de razón tienen, puesto que no paramos de darles motivos para que piensen de este modo.
Basta con fijarse, sin ir más lejos, con los numeritos que montan día sí, día también los nacionalistas. El blog Dolça Cataluña no da abasto en su tarea de dar cuenta de los hechos risibles que protagonizan estos elementos que un día debieron guardar la cordura en un armario y ya no recuerdan en cuál.
Félix de Azúa, en un artículo titulado El rinoceronte, que más bien parece un acta notarial en la que se da fe del estado de las cosas, dice lo siguiente: Ni uno sólo de los 300 historiadores subvencionados para los fastos de 1714 ha desmentido estas quimeras. Su silencio otorga.” Si se tiene en cuenta que las quimeras a las que se refiere son las que propagan Víctor Cucurull y Jorge Bilbeny, se comprenderá que el asunto es, a la vez, risible y preocupante. Cualquiera que no sea un catalufo se parte de risa escuchando a esos dos.
Es preocupante porque 300 historiadores subvencionados cuestan mucho dinero. Si los 300 callan, dando por buenas las burradas que dicen esos dos, comprometiendo su prestigio con su silencio, es porque les pagan bien. ¿Y de dónde sale ese dinero? La Generalidad catalana no puede pagar a las farmacias. El dinero se lo da el gobierno de Rajoy, o sea que procede de los impuestos de los españoles. Y Junqueras amenaza con no pagar la deuda que tiene la Generalidad catalana con los españoles.
Y esa es la cuestión. El nacionalismo catalán ha llegado al máximo extremo de ridiculez posible; el vasco dio argumentos a los terroristas. Y el gobierno español está acojonado ante ambos. Pero todos los políticos, los que nos odian y los que no nos defienden, cobran sus sueldos todos los meses.

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