domingo, 2 de noviembre de 2014

Pedro J. se pone en evidencia

En su artículo de hoy, el fundador y ex director de El Mundo, dice lo siguiente:
«el diálogo que mantuvimos a diario durante los treinta años en los que primero te nombré jefe de sección, después te nombré redactor jefe, después te nombré subdirector, después te nombré director adjunto, después te nombré vicedirector y por fin respaldé la decisión de la editora de nombrarte director, una vez consumada mi destitución.»
Durante treinta años Pedro J. estuvo premiando y, por tanto, alentando la furia aduladora de quien ha acabado por sustituirle en la dirección del periódico. Treinta años es un periodo de tiempo suficientemente grande como para darse cuenta de que la fidelidad no se la tenía a su persona, ni tampoco a unas ideas, sino a la línea de mando. A Pedro J. no se le podía escapar el detalle. Sorprende que ahora no se dé cuenta de quiso jugar una partida y la perdió. Puede invocar el derecho al pataleo, pero eso no sirve para nada.
No es la primera vez que ocurre algo de este tipo. Jesús Cacho, sin ir más lejos, también fue descabalgado del medio que fundó. Lo contó en un artículo titulado “El Confidencial: historia de una fechoría”. Hubo un medio en el que el más pelota de la redacción fue el encargado de decirle a quien anteriorme había sido objeto de sus halagos, que llevaba un tiempo destuido pero conservaba una columna en el medio, que se le retiraba ésta.
Pedro J. parece inquieto en su nueva situación; no acaba de encajar la derrota. Es como si al empezar la partida no hubiera calculado que la podía perder. Eso quita valor al gesto de emprenderla, porque si no pensó que la podía perder tampoco fue consciente de que corría un riesgo. Quizá no fue tan valiente como se cree.

No hay comentarios: