miércoles, 19 de noviembre de 2014

No a una nueva televisión valenciana

Probablemente, la forma en que se cerró RTVV no fue la más adecuada, pero no cabe duda de lo de las televisiones autonómicas españolas es un puro disparate. Un enorme agujero por el que escapan grandes cantidades de dinero. Sin olvidar que en España todas las televisiones se utilizan de forma sectaria.
Dicen que con Zapatero había más pluralidad en la televisión española. Pero plural habría sido si hubiera sentado las bases para que de una vez por todas fuera la televisión del Estado y no del gobierno de turno, cosa que ni se le pasó por la cabeza.
En su día me pareció mal que Lerma dedicara estableciera la televisión valenciana, porque las grandes cantidades de dinero que empleó en el asunto hacían falta en otros sectores. Lerma quería colonizar culturalmente a la población valenciana y para él eso era más importante que atender a sus necesidades.
Pero la llegada de Camps a la presidencia del gobierno valenciano convirtió ese caro capricho en monstruo deforme e insaciable (y hay televisiones autonómicas en peor situación económica).
Las diputaciones no tienen sentido en el Estado de las Autonomías. Sus funciones pueden ser asumidas perfectamente por una consejería. Si no se suprimen es porque los partidos necesitan dar cargos remunerados al mayor número posible de militantes. Pero es que el contribuyente no sólo ha de pagar esos sueldos de más. Las diputaciones tienen presupuesto propio y ese dinero que sale del bolsillo de los ciudadanos no se invierte en su totalidad en darles servicio, sino que sus presidentes pueden tener sus delirios de grandeza, o sus artimañas electoralistas. El presidente de la diputación de Valencia quiere gastar más de 3 millones de euros en una televisión, para que los alcaldes de su partido puedan hacerse publicidad. Y a la vista de esta iniciativa Fabra quiere reabrir la televisión valenciana. Como si el dinero lloviera del cielo.

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