martes, 11 de noviembre de 2014

El error de Susana Díaz

Hace poco, refiriéndose a la corrupción, la presidenta andaluza dijo: «Andalucía no es Madrid ni Valencia, aquí no voy a permitir eso.» Y hoy, ¡zas!, detienen a 26 en Andalucía. Susana no dijo nada de Cataluña, que es en donde está el mayor foco de corrupción en España.
Unidas todas esas cosas sus palabras pierden mucho crédito, por más que las adobara con algo inusual y realmente atractivo, como es el anuncio de que cualquier persona que resulte imputada por el Supremo o por el Tribunal Superior de Andalucía tendrá que dejar el escaño.
Su error consiste en que si realmente tuviera deseos de luchar contra la corrupción plantearía directamente la independencia del Poder Judicial, que tendría que ser económica también para que realmente fuera efectiva.
Hay una propuesta, que considero razonable, que consiste en que los miembros del Consejo General del Poder Judicial sean votados por los jueces y los funcionarios del ministerio de Justicia. Los funcionarios son los que mejor conocen a los jueces, puesto que los ven trabajar y los soportan o disfrutan.
Lo que ocurre es que a la mayoría de los partidos políticos españoles no les interesa. Ellos sabrán por qué; los contribuyentes, con mayor o menor acierto, lo imaginan. Sólo UPyD lo ha pedido, aunque creo que no en los mismos términos que he explicado más arriba. Y supongo que a Ciudadanos le parecería bien que se implantara.
Si los jueces fueran absolutamente independendientes del Poder Ejecutivo nos habríamos ahorrado mucho dinero, porque se habría robado mucho menos, mucho fraude fiscal, mucha vergüenza, porque la payasada del 9/11 no se habría llevado a cabo, y muchos de los que chulean a los ciudadanos cada día estarían en la cárcel.
La independencia del Poder Judicial no garantiza que todo vaya sobre ruedas. Pero sí que garantizaría que los jueces que quisieran hacer correctamente su trabajo pudieran. Esto ya serviría para frenar muchas cosas.

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