domingo, 12 de junio de 2016

Pánico en España

Los electores españoles, de un modo inconscientemente suicida, le entregaron el gobierno dos veces seguidas a Zapatero. Es cierto que el gobierno del PP que dejaban atrás no era ninguna maravilla, y ahora se van viendo algunos de los desmanes que llevaron a cabo, quizá no todos.
Pero lo de Zapatero fue lo peor que le podía pasar a España. El PP, más dirigido por Aznar que por Rajoy, no hizo bien la oposición en la primera legislatura y Zapatero volvió a ganar, con lo cual aumentó la catástrofe. Zapatero hizo bueno a Felipe González, hizo bueno a Aznar, hace bueno a Rajoy y hace bueno a cualquier presidente con el que se le compare.
Llegó el momento en que a los españoles les entró el pánico, pero ninguno de los votantes de Zapatero se sintió responsable del daño hecho por este. Los electores españoles piensan que con cambiar el sentido del voto a la siguiente vez purgan sus culpas. Así que muchos de ellos, sin sentirse culpables de nada, votaron a Rajoy, pensando que éste tenía una varita mágica. Resulta que no tiene una varita mágica, sino una varita cutre, pero la cuestión es que la situación actual sigue siendo mala, pero ya no es tan mala como la había dejado Zapatero y los electores tienen la tentación de caer de nuevo en brazos de la fantasía. Pero a quien se disponen a votar ya no es un inútil, sino un malvado, que engaña y se comporta de forma grotesca, pero da la impresión de que sus votantes han tomado algo y como consecuencia han perdido todo sentido crítico. No parcialmente, sino todo. Supongo que cuando se den cuenta sentirán vergüenza.
La sociedad española ha llegado a un punto de ridiculez tan grande que si compitieran en la misma circunscripción el sabio Fernando Savater y el necio Pablo Iglesias ganaría el necio y por bastante diferencia.
Si nos arruinamos, que no llore nadie.

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