miércoles, 14 de febrero de 2018

Estrasburgo condena a unos guardias civiles

Los mismos que se alegran de la sentencia de Estrasburgo y la aprovechan para criticar a la Guardia Civil aprueban y aplauden los métodos de Maduro en Venezuela.
Siento desengañar a esa gente, en especial al etarra Otegui, tan querido por los nacionalistas catalanes, pero la Benemérita seguirá siendo querida y admirada por las personas honradas de este país, que a pesar de los malvados todavía se llama España, porque saben que ha prestado y seguirá prestando grandes servicios en defensa de la ley.
Aunque los hechos por los que han sido condenados no pueden ser aprobados por los ciudadanos cabales, cuya prioridad no puede ser otra que el cumplimiento de la ley en cualquier circunstancia, conviene poner de relieve que en España, en este aspecto, partimos de un desafortunado artículo de la Constitución, que es el que establece que las penas de cárcel han de estar orientadas a la reinserción. Eso no es posible porque para reinsertar a alguien hay que contar con la voluntad del interesado.
Otros países europeos tienen en su legislación la cadena perpetua. En España han operado varias bandas terroristas, lo cual hacía aconsejable esa herramienta en la lucha contra el crimen. Con ella, los etarras que fueran capturados habrían estado más dispuestos a colaborar con la justicia, para contar con atenuantes en el juicio.
Si en el caso de Marta del Castillo el hecho de que no apareciera el cuerpo fuera un agravante, a lo mejor nos habríamos ahorrado el dinero que se ha gastado en buscarlo.
Es decir, a menudo, los jueces, los policías y la Guardia Civil en lugar de tener la ley como herramienta en la lucha contra el crimen, tienen en ella un impedimento, porque a veces parece diseñada para favorecer al delincuente.
En estas circunstancias se comprende, aunque no se comparta, que algunos guardias civiles, cuyo Cuerpo ha sido golpeado dura y vilmente por los etarras, se cabreen.
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