domingo, 4 de febrero de 2018

La proverbial mezquindad de FG

Felipe González siempre ha sido sectario, enseñó en su día a distinguir a los votantes de derechas, o lo que es lo mismo, alentó a sus simpatizantes a convertirse también en sectarios.
Aunque sea una obviedad, no está de más repetir que no es lo mismo considerarse de derechas o izquierdas, pero respetar a los adversarios, que señalarlos como enemigos.
Ahora pretende desmerecer el mayor éxito de Rajoy, que, por suerte o por cálculo, o quizá por una mezcla de ambas cosas, ha conseguido derrotar de una vez por todas al independentismo catalán, y de paso también al vasco, sin derramamiento de sangre, a pesar de toda la violencia que han sido capaces de desplegar los golpistas.
El ridículo de los catalanistas es espantoso, tanto de los que están en la cárcel, como de los que están a punto de entrar y lloran llenos de miedo y espanto, pero sobre todo de los fugados, que de esos ya se ríen hasta en Singapur.
Todo eso que se ha venido gestando gracias a la torpeza y el egoísmo inicial de Felipe González, continuado luego por quienes le sucedieron, le ha venido a explotar en las manos a un asustado Mariano Rajoy, porque en algún momento se le ha visto presa del pánico. ¿Qué habría pasado si llegan a nombrar presidente por Skype a Puigdemont? Pues nada. Un ridículo más en el que habrían incurrido los golpistas. El 155 fue aplicado justo en el momento que tocaba, porque de haberlo hecho antes no se habrían recogido tantas pruebas contra los golpistas, ni tampoco la sociedad española lo habría aceptado de forma tan unánime.
Una cosa que olvida Felipe González es que el 2 de octubre Pedro Sánchez se lanzó al cuello de Rajoy, con el aplauso de los podemitas y el baile de la yenka de Riverita. El discurso del Rey, del día 3, salvó la situación.


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