martes, 28 de abril de 2020

La lágrima de Ayuso


La presidenta de la Comunidad de Madrid asistió a la misa por los enfermos y fallecidos a causa del virus chino, que es como decir del egoísmo y de la irresponsabilidad del infame gobierno que padecemos. También asistieron el alcalde de la ciudad y el delegado del gobierno.
La abusiva e ilógica ley de Alarma, llevada a cabo todavía de forma más ilógica y abusiva, no prohíbe los actos religiosos, por más que la mayoría de las iglesias hayan cerrado sus puertas o alguna haya sido desalojada por la fuerza, de forma abusiva e ilegal. Estamos en manos de gentes dictatoriales, marrulleras y enemistadas con la verdad.
Ser de izquierdas está muy bien, tanto como serlo de derechas. Pero dar por bueno todo lo que hagan los dirigentes del propio bando es propio de masoquistas, porque las consecuencias pueden ser desastrosas. Ya se vio en el caso de Zapatero, hoy en día reconvertido en mayordomo de Maduro, y la catástrofe que se nos viene con Sánchez es mucho peor. Rajoy no tuvo agallas para llevar a cabo los profundos cambios que demandaba la situación, pero por lo menos consiguió revertir en parte la situación económica.
La cuestión es que el sector masoquista ha criticado a Ayuso, por asistir a la misa y porque se le escapó una lágrima. Como piensa el ladrón que todos son de su condición, deducen que lo hizo adrede. Pero Ayuso está demostrando que tiene una capacidad de trabajo y de iniciativa las que carecen algunas ministras, no todas.
Además, Ayuso ha demostrado que tiene vergüenza, cualidad ajena a todos los miembros del gobierno. Ella sí que ha reconocido que actuó tarde y que se arrepiente de no haberlo hecho antes y ha pedido perdón.
En estos tiempos en los que nada invita al optimismo reconforta ver que hay políticos que conservan la condición humana con la que nacemos todos y que muchos se dejan por el camino.

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