miércoles, 1 de abril de 2020

La supervivencia en los tiempos actuales

Los supervivientes de esta pandemia, que podría haber sido benigna, no le deberán gratitud al gobierno por ello, porque si fuera por el interés que tiene en evitarlo no quedaríamos ninguno, y el que sobreviviera moriría de hambre. Una vez que el coronavirus se ha convertido en la preocupación principal de los españoles, el gobierno bicéfalo ha tomado cartas en el asunto con dos prioridades. La de Sánchez, convencer a los votantes de que la culpa es de la derecha; la de Iglesias, hundir la economía. La ocasión la pintan calva, digo con coletas. Conviene añadir que estos indeseables que nos mal gobiernan, en estos tiempos que corren, en los que no habrá dinero para pagar el paro ni las pensiones, derrochan grandes cantidades en corromper a los medios, con el evidente fin de que los ayuden a engañar a los votantes.
Nadie se fía de los datos que da el gobierno, y es obvio que a éste no le interesa llevar las cuentas claras, porque si lo hiciera quedaría patente su falta de interés por las vidas y las carteras ajenas. Dado el clima benigno de que gozamos en España, la gente vive prácticamente en la calle y la efusividad propia de las gentes del Mediterráneo hace que se prodiguen los abrazos y las muestras de afecto. Además de eso, han tenido lugar en todas las ciudades españolas una gran cantidad de actos multitudinarios, con su consiguiente efecto propagador de la enfermedad. De donde se deduce que el número de siete millones de infectados que calcula el Imperial College Business School no es tan descabellado. La mayoría de los infectados ni siquiera sabe que lo está, y es posible que dada la reclusión a la que se nos somete estúpidamente, haya familias en las que todos sus componentes estén contagiados y afortunadamente no lo sepan.
El número de muertos, por supuesto que ha de ser muy superior al que nos dan. España, que tiene el peor gobierno posible, debe de ser el país con más contagiados y fallecidos del mundo, salvo China, cuyos datos deben de ser todavía más falsos.

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