martes, 8 de abril de 2014

Añoranza de Adolfo Suárez

Tras la muerte de Adolfo Suárez se escribieron muchos artículos elogiosos hacia su persona, algunos de ellos escritos por quienes le habían apuñalado. Tuvieron su premio: Adolfo Suárez murió sabiéndolos traidores.
También tuvo o tiene lugar un litigio sobre el ducado. Si Suárez hubiera pensado en esto no lo hubiera pedido. Lástima que no riñan para ver quién es el más valiente y generoso de todos.
También se han escrito otros artículos en los que poco menos que se echa por tierra al primer presidente de la democracia, al artífice de la Transición, porque una cosa es planificarla u ordenar que se haga y otra, mucho más difícil, llevarla a cabo. Cabe deducir que quienes han pretendido desmerecerlo carecen de coraje y por tal motivo no son capaces de apreciar todo el que necesitó la persona a la que critican. Si no saben apreciar el coraje y la determinación es porque carecen de ambas cualidades.
Un delincuente que se aprovecha de las debilidades y contradicciones del PP y del PSOE para cometer sus fechorías con total impunidad se permitió, en el lugar y el momento más inoportunos, interpretar lo que hubiera hecho el héroe de ser el presidente en nuestros días. Un villano nunca puede saber lo que haría un señor, porque los pensamientos y los actos de los villanos siempre van a ras de tierra.
Uno de los componentes del gobierno del delincuente citado, que goza de prestigio profesional, tiene el buen gusto de demostrar que una cosa es que profesionalmente pueda brillar y otra muy distinta que lo pueda hacer en el terreno personal: Se dedica a subvertir las ideas, llamando democrático a lo que es delictivo y dictatorial a lo que es cabalmente democrático. El primer requisito para que haya democracia en un lugar es que se respete escrupulosamente la ley y que quienes no lo hagan vayan a la cárcel. Adolfo Suárez los habría metido a todos, aunque le costara el cargo.

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