viernes, 11 de abril de 2014

Miguel Sebastián es muy peligroso

¿Quién no recuerda las ideas geniales que tenía cuando era ministro y que tanto dinero nos costaron? En aquella época todavía nos creíamos ricos y no se lo tuvimos en cuenta.
Hablo en general, claro. Cuando digo “nos creíamos ricos” y “no se lo tuvimos en cuenta” me refiero a un nutrido sector de la población, no a toda.
En aquel irresponsable gobierno del irresponsable Zapatero había dos cerebritos. Había más, claro, no nos olvidemos de Leire Pajín o de Juan Fernando López Aguilar, ni otros que no cito por no alargar la lista.
En la actualidad, Gallardón está destrozando lo que queda en pie, tras el paso de los anteriores, en la Justicia. Yo creo que si viviera Atila en nuestros días, cualquiera de los presidentes que hemos tenido, o tenemos, lo hubiera hecho ministro de Justicia. En cambio, en Interior tenemos a Fernández, que es como si estuviera en él una hermanita de la Caridad. Hay una gran cantidad de etarras por la calle.
El caso es que en aquel irresponsable gobierno del irresponsable Zapatero, quienes ejercían como cerebritos eran Caldera y Sebastián. Caldera no sabe cómo se escribe el grito de guerra ¡Santiago, y cierra, España!, ni lo que significa. Pero se lo imagina, y lo que supone es lo mismo que pensó el rústico Sancho Panza. Con eso, da lecciones. Quizá presuma de haber leído el Quijote.
El otro cerebrito era Miguel Sebastián, que le daba ideas a Zapatero, quien las ponía en práctica, y a los españolitos de a pie les costaba un dineral.
Y ahora vuelve a la carga. Imbuído de su condición de genio propone lo contrario que las personas sensatas. Ya se sabe que genialidad está por encima de la sensatez. Los sensatos dicen que hay que aplicar la ley a las Autonomías que la quebrantan y lo que sugiere este genio es suprimir a las que la cumplen. Los genios tienen cosas que los del montón no entendemos.

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