miércoles, 30 de abril de 2014

José Antich y Rosa Díez

Se conoce que José Antich, antiguo director de La Vanguardia, no tolera la discrepancia. Les ocurre a los catalanistas. Hay que diferenciar a los catalanistas de los catalanes. Muchos de los primeros ni siquiera han nacido en Cataluña, ni tampoco residen allí.
Ser catalán es tan natural como ser gallego o andaluz. Para ser catalanista hay que haber sido picado por el virus nacionalista. El genial catalán, Albert Boadella, lo explica así: «Hay dos generaciones en Cataluña educadas en el odio a todo lo español.» Entonces, puesto que Rosa Díez afirmó que en Cataluña no hay libertad, y la prueba más evidente de ello fue el editorial conjunto de doce medios catalanes, uno de ellos La Vanguardia, Antich se cabreó y dijo: «¿Quién coño se ha pensado que es esta mujer?». Y sacó a relucir su etapa de consejera en el gobierno vasco. O sea, que según este señor, Rosa Díez ya no tiene derecho a estar en la política, ni a decir nada, por muy cierto que sea lo que dice.
Lo que le interesa a José Antich es la verdad oficial que emana del gobierno catalán y a toda persona que la contradiga se la hace callar por cualquier método, por estúpido que sea.
Es que cuando Rosa Díez tenía un cargo en el gobierno vasco por allí andaba la Eta matando, dice. Como ahora manda Bildu, Eta ya no mata, sería la conclusión que cabría extraer de sus palabras. Pero no es exactamente así. Rosa Díez mantiene su compromiso en contra de Eta, con la ley en la mano y sin subterfugios, ni chorradas. Los catalanistas suelen pedir el diálogo con Eta, pero en lo que respecta a sus dogmas, en cambio, no conceden más posibilidad que la sumisión total. Cuando en una sociedad se habla de maulets y botiflers hay que dar por hecho que la libertad no existe en ella.

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