lunes, 8 de junio de 2015

Ese Gasol

Se ha instalado entre 'la gente', como dice una de las últimas incorporaciones a la casta, la creencia de que todo el mundo tiene derecho a opinar.
Es cierto, todo el mundo tiene derecho a opinar, pero hay que añadir que el respeto al prójimo impone que las opiniones que se emitan tengan fundamento, porque si carecen de él no son respetables.
Parece ser que el arte en el que este Gasol se desempeña bien se refiere al manejo de un balón con las manos. Y también se intuye que allá en los Estados Unidos, en donde reside, se ha hecho mejor jugador. Lo que no consta es que el hecho de vivir en un país de gran raigambre democrática le haya servido para mejorar en este sentido. Es una pena, porque profundizar en las convicciones democráticas le hace a uno mejor persona, por cuanto respeta las leyes y atiende a sus obligaciones como ciudadano.
Sobre los asuntos a los que se ha referido este artista con el balón en las manos, lo ha hecho en repetidas ocasiones, con la maestría que le caracteriza, Fernando Savater. Lo triste de estos tiempos de incuria y atrevimiento, como diría Enrique Tierno Galván, es que la opinión de un necio tenga más repercusión que la de un sabio.
Un necio que sabe jugar al baloncesto tiene más influencia ante las masas que un sabio que ha dedicado su vida a luchar por cosas serias, renunciando con ello a ciertos beneficios materiales.
Así están las cosas en esta España de nuestros pecados, en la que un rey que quiere recuperar el prestigio que perdió absurdamente su padre haciendo de chófer de un irresponsable llamado Mas, y este apellido es un sarcasmo, porque en realidad es Menos.
Tendré que explicarles a Gasol, y a los que piensan como él, que yo jamás pitaré a un himno. Y que en España se vota sin parar. Continuamente hay elecciones. Cuando no es para una cosa es para la otra.
Soy consciente, por otra parte, de que Gasol tiene dos orejas: Una para que le entren las cosas y otra para que le salgan.

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