viernes, 20 de enero de 2017

La nieta de Carrero

Lucía Carrero-Blanco, nieta de Luis Carrero Blanco, se ha atrevido a mandar una carta al diario El País, en la que critica que se juzgue a alguien por hacer bromas con el atentado que costó la vida a su abuelo. Por supuesto que dice que esas bromas le parecen de mal gusto, pero nada más, puntualiza.
Se conoce que es cosa de los nuevos tiempos, en los que la moda consiste en banalizarlo todo. Sin embargo, cabe considerar que el apogeo de lo banal puede ser una estrategia de vida de determinados sectores, pero no resuelve nada. Más bien al contrario, entorpece la resolución de problemas, algunos graves, como los generados por la banda terrorista ETA, que condicionó y sigue condicionando, aunque de otro modo, la vida de los españoles y particularmente la de los vascos, a buena parte de los cuales ha conseguido degradar moralmente hasta extremos que repugnan a cualquier persona que se precie.
Los tuits que se juzgan redundan en ese sentido, en el de banalizar las actividades de esa banda miserable y, sobre todo, relativizar el sufrimiento de sus víctimas y de la sociedad entera. Esta actitud favorece a la banda, cuyos componentes aspiran a que se olvide todo, que se quite trascendencia a sus actos, e incluso que se les aplauda. Ellos mismos se adjudican nombres épicos, como si lo suyo tuviera alguna. Como si una rata quisiera creerse un elefante. Como si lo suyo en lugar de cobardía fuera valentía. Como si en lugar de actuar por la espalda y a traición hubieran llevado a cabo gestas heroicas.
Lucía Carrero puede pensar como quiera y es de esperar que la madurez la lleve a darse cuenta la magnitud del mal que contienen esos tuits que no considera graves. Lo que no debería haber hecho es mandar una carta que sólo favorece a los infames al periódico.

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