domingo, 17 de diciembre de 2017

Forcadell, embustera compulsiva

Cuando alguien en un país democrático se sitúa fuera de la ley de forma consciente y reiterada no merece la calificación de buena persona, sino que más bien al contrario entra en la categoría de mal bicho.
De modo que no cabe esperar de los secesionistas ningún altruista o que vaya en beneficio de la comunidad. Todo en ellos, tanto en los líderes como en los de la base, es odio. Y este sentimiento, que no hace ningún bien a nadie, ni a quien lo siente ni a quien lo recibe, se manifiesta sin tapujos, de forma descarnada y manifiesta. Rompen coches de la policía o de quien sea, acosan, insultan, llevan asesinos en las listas, compadrean con etarras, etc., y todo este proceder lo llevan a cabo como si fuera normal y lógico, como si fuera justo.
Forcadell miente siempre y lo ha vuelto a hacer, aunque no se sabe lo que pueda haber dentro de su cabeza. Tiene ante sí un horizonte judicial muy problemático con una posible condena de muchos años de cárcel y la actitud que mantiene ahora sólo puede considerarse como un agravante. ¿Es que no se da cuenta de que gane quien gane las elecciones va a ser juzgada? ¿Es que no se ha dado cuenta de que el gobierno que salga de estas elecciones va a tener que cumplir la ley, porque en caso contrario se volverá a aplicar el 155?
Los secesionistas no tienen ningún respeto por nadie, con tal de materializar su capricho no les importa hundir la economía catalana, no les importa que el odio recorra todos los rincones de Cataluña sembrando el mal por donde pasa, no les importa hacer el ridículo.
Es imposible además que la razón, que un argumento decente, penetre en sus molleras. Pero quienes han estado financiando todo esto se han tenido que ir de Cataluña.

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