lunes, 25 de diciembre de 2017

Gran discurso del Rey

Entre toda esta barahúnda de políticos desnortados, cuya presencia en el Parlamento en muchos casos resulta denigrante para los ciudadanos responsables, destaca la sensatez de Felipe VI, gracias a la cual podemos respirar con relativa tranquilidad.
Que su discurso fue muy bueno queda probado, para quien no lo haya leído, por las reacciones adversas que ha suscitado entre los rufianes, alguno de los cuales, cuya condición de imbécil no le puede discutir nadie, pregunta que para qué sirve un rey. Pues para mucho más que tú, imbécil, que no haces más que maldades y no dices más que chorradas.
Todo el mundo recordará que tras es el esperpento del 1-O los buitres se abalanzaron sobre Rajoy, tratando de doblegar su voluntad. Quizá el presidente del gobierno se sintiera en aquellos momentos más solo que nunca antes lo hubiera estado. Y entonces el Rey vino al rescate, no de Rajoy sino de todos los españoles. Tras aquel soberano discurso el presidente del ya tuvo unos apoyos que antes se le negaban. La legalidad se impuso y los presuntos delincuentes pudieron ver que la realidad es un muro contra el que se han estrellado y aunque aún no lo sepan han fracasado, hundiendo al catalanismo para siempre.
El Rey en su discurso ha pedido que los gobernantes, y en especial los de Cataluña, trabajen en beneficio del pueblo y no en su contra. Naturalmente que a los montaraces separatistas no se les puede convencer con palabras. Si alguno de los que conformen el próximo gobierno catalán alega que ha cambiado de actitud porque le ha convencido el discurso del Rey, será mentira. Su cambio se deberá única y exclusivamente a su temor a ir a la cárcel.
La gente cerril es así, no basta con explicarle, del modo más claro posible, que debe ajustarse al marco jurídico, que es el mismo para todos, sino que además necesita la presencia vigilante de la policía, que es lo que realmente la lleva al orden.



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