domingo, 24 de diciembre de 2017

Indignante Rufián

No es que sea el más torpe de los hombres, abundan los que pregonan estupideces, bastantes de ellos dotados incluso de un bagaje cultural elevado, pero indigna que alguien que cobra del Estado, o sea de los impuestos de los ciudadanos, hable sin saber lo que dice.
Para acceder a la política habría que superar exámenes de cultura general, de conocimiento básico de las leyes y psicológico, porque también es conveniente y necesario que los políticos estén en sus cabales y no se aprecie en ellos ninguna anomalía o patología.
Por lo que se puede apreciar de sus manifestaciones, Rufián no habría podido pasar, al menos en principio. Dudo de que hubiera podido pasar alguna de las pruebas. A lo mejor, si se hubiera puesto a estudiar duramente podría haberlo logrado. Pero entonces ya no sería este Rufián cuyo apellido se acopla tan bien a su personalidad. No me extrañaría nada que si el juez analizara las manifestaciones que viene realizando a lo largo del tiempo lo llame a declarar y a continuación tome una decisión que no le gustaría mucho al interesado.
Dice el político este que hay unas personas que están en la cárcel por la cara, o sea, por la cara de quien los ha metido, y que allí no les dan bien de comer. Y eso es un insulto a los españoles, puesto que los presos y otros que están en libertad vigilada han cometido presuntamente gravísimos delitos y además a sabiendas. Un político puede no compartir una decisión, pero ha de acatarla. A mí, por ejemplo, no me gustó la decisión judicial que permitió la legalización de Bildu. No soy el único al que no le gustó esa decisión. Y ahí está ese partido infame en el tablero político.
Este Rufián da lecciones de decencia y no se sabe con qué derecho, porque no da la impresión de que la decencia le importe mucho.

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