sábado, 10 de noviembre de 2018

Franco como icono

Tan evidente como la intención del tramposo que actualmente ocupa la presidencia del gobierno de servirse de la imagen de Franco en provecho propio es que hay un público que acepta ese intento no ya con gusto, sino con avidez.
Se trata de introducir entre el personal la idea de que Franco se levantó un día por la mañana y se dijo: Voy a instaurar una dictadura. Subyace el propósito de que se tenga al gobierno de aquel momento como modélico, respetuoso con las leyes, con el ser humano y caballeroso con la oposición.
Lo que parece más correcto, que es estudiar los motivos que llevaron a que en España hubiera una dictadura que duró cuarenta años, no interesa a los poderes dominantes. Es curioso, además, que tildan a Franco de dictador, pero ellos actúan dictatorialmente al utilizar todos los resortes del poder para salirse con la suya. Suposición que viene confirmada por el hecho contrastado de comenzaron el intento sin planificación alguna, seguros de que por las buenas o por las malas conseguirían sus propósitos.
El hecho de que no quieran revisar la historia, para aprender del pasado, como mandan los cánones, y no repetir errores, es significativo, porque si tuvieran la certeza de que la razón está de su parte no dudarían en hacerlo. En cambio, lo que hacen es esparcir consignas y eslóganes. Tampoco les interesa explicar los motivos por los que la inmensa mayoría de la población era franquista, porque en este caso deberían reconocer entre sus motivaciones el egoísmo y la ambición.
La obligación del gobierno de la república era intentar evitar la guerra por todos los medios a su alcance, lo cual no hizo, evidentemente. Seguramente porque pensaba que la ganaría con facilidad. Si no se hubiera producido la sangrienta contienda ahora estaríamos mucho mejor, porque aparte de que nos habríamos ahorrado el enorme coste en vidas a que dio lugar, tampoco habríamos tenido que soportar cuarenta años de dictadura y el consiguiente perjuicio a la moral colectiva de la nación.


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