martes, 27 de noviembre de 2018

Gibraltar siempre será británico, dijo el embajador

Simon Marley, al que no consta que el gobierno español haya pedido explicaciones, se permitió ejercer de pitoniso y vaticinar que Gibraltar siempre será británico.
Un poco arriesgada parece dicha afirmación. El gobierno español intenta perpetuarse al modo del chavismo, pero no es probable que lo consiga, porque en cuanto se haga patente para la mayoría la catástrofe económica que está propiciando tendrá que seguir el camino de Zapatero e irse a contar nubes. Quizá con el siguiente gobierno español el británico no lo tenga tan fácil.
Pero también puede ocurrir que todos los británicos al unísono se golpeen en la cabeza y recuperen con ello su condición de personas y entonces se avergüencen de lo que hacen con Gibraltar. Cuando se den cuenta -gracias a ese golpe en la cabeza, porque si no es así ya sabemos que no hay modo- de que si poseen Gibraltar es por la propensión británica a la rapiña y por su tendencia a inmiscuirse donde no les llaman, siempre para hacer el mal, no solo querrán devolver Gibraltar, sino que se verán impelidos a pedir perdón, porque si no lo hacen así su conciencia no les dejará vivir.
De todos modos, cabe recordar que Franco -ese personaje al que Pedro Sánchez admira tanto que le tiene envidia, porque también tiene madera de dictador- ya dijo que Gibraltar caerá como fruta madura. Otro vaticinio, aunque este tiene más posibilidades de convertirse en realidad por el simple motivo de que la razón está de la parte de España.
El Reino Unido está muy acostumbrado a imponer su ley por la brava, pero su poderío es menguante y llegará el momento en que la realidad imponga su ley. También hay que tener en cuenta que las demás naciones del mundo pueden cansarse de estar apoyando una felonía, un hecho inmoral. La Gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra tiene un nivel ético muy bajo.

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