lunes, 1 de abril de 2019

Colau, a favor de Vox

La alcaldesa con la que los barceloneses se han castigado duramente, en su contrastada perversidad, sabe que cada vez que trata de forma infame a Vox aumenta el número de votantes de este partido, pero lo hace a costa del PP, que es lo que ella quiere.
No es la única en el mundo de la perversión que actúa así. Y todos retratan con su actitud la calidad moral de sus votantes. Colau no ceja en su empeño de mostrar que la indignidad es su lema y a pesar de ello el número de sus potenciales votantes es muy elevado.
Vivimos en un mundo aparentemente en declive, en el que muchos habitantes de Barcelona (esa ciudad que parecía dispuesta a convertirse en el faro de la modernidad y la cultura) son capaces de votar a ese esperpento llamado Colau, y después de haberla tenido más tiempo del necesario para darse cuenta de que más allá de sus dobleces y mezquindades no hay nada, siguen dispuestos a votarla. Vivimos en un mundo aparentemente en declive, digo, en el que muchos catalanes, a pesar de que presumen de cultos se creen de una raza superior, son capaces de abrazarse a Otegui y fotografiarse con él. Si no les causa repugnancia Torra, ni tampoco Colau, ¿cómo se la va a causar Otegui?
Pero el mundo no está en declive, como parece. Una vez toque suelo, y por ahí anda, sentirá espanto y tratará por todos los medios de remontar el vuelo.
Colau, que se siente muy a gusto con todos los partidos que no respetan la Constitución, ataca con saña, de forma oblicua o de forma directa, a los partidos que sí la respetan. Al odio que profesa ella a los partidos que respetan las leyes, le llama amor. Otra de sus perversidades. 

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